Entrevista a Velia Lemel

PREVENIR ES EL PILAR FUNDAMENTAL PARA EL BIENESTAR Y LA SALUD”

Un repaso por la trayectoria de la doctora Velia Lemel: desde cómo fueron sus inicios, cuándo surgió su pasión por la dermatología y cómo llegó a ser un referente nacional e internacional en el uso de equipos láser. Además nos revela la importancia que le da a la capacitación constante, un diferencial en su carrera.

¿Cuándo nació su interés por la dermatología?

En tercer año del colegio secundario ya sabía que quería ser médica. En un principio me incliné por cardiología porque amaba esta especialidad, sabía que quería salvar vidas, me apasionaba el funcionamiento hemodinámico, y todas las innovaciones alrededor de esto como ecografías, coronariografias. De hecho, durante la residencia pude realizar estudios de alta complejidad. Pero también me gustaba algo totalmente diferente, la dermatología, me parecía muy complicado diagnosticar algunas enfermedades de la piel y todo eso me llamaba la atención, en especial, algunas manifestaciones de enfermedades autoinmunes que hablan a través de la piel.

¿Y cómo resultó la elección?

Finalmente, elegí cardiología. Estudié en la Universidad Nacional de Córdoba donde obtuve el título de médica cirujana; luego hice la residencia en Haifa, Israel. Pero después de cuatro años de residencia de cardiología y habiendo sido madre, con dos niños pequeños, me di cuenta de que mis padres tenían razón: esa especialidad era incompatible con la vida familiar. Después de un tiempo de mucha plaza y arenero con mis chicos, llegué a la conclusión de que mi segunda elección era hermosa: la dermatología.

¿En qué sentido?

Es una especialidad más amplia, que tiene mucho de clínica, lo que me apasiona, y a la vez me resultaba más compatible con mi familia. Las guardias y las urgencias no iban con los pañales y las noches sin dormir. Nunca me arrepentí, la dermatología es hermosa y puedo ayudar a la gente a sentirse bien sin pelear entre la vida y la muerte.

¿Cómo fue este nuevo camino?

Ya en la Argentina empecé a cursar en el Hospital Fernández y también en el Hospital de Clínicas y me fue muy bien: terminé con una calificación excelente en la tesis. Luego hice el primer curso universitario de Dermopatología y nunca tuve dudas de que había elegido lo mejor para mí.

¿Cómo llegó a la estética?

Por ese tiempo, en los 90, la dermatología empezaba a incursionar en la estética no invasiva. Comenzábamos a hacer los primeros rellenos de colágeno, y luego, el gran descubrimiento fue el botox. Todo esto me resultaba muy excitante, novedoso.

¿Qué le llamó la atención del botox?

El botox era la súper maravilla, planchaba las arrugas con un simple pinchacito. Fue un descubrimiento fantástico, relajaba los músculos del enojo, las patas de gallo, fue y sigue siendo una estrella.

 

¿Y el láser?

Siempre me encantó la física y la interacción con los tejidos. Por eso me dediqué muchísimo a estudiar todo sobre láser, radiofrecuencia, ultrasonido y, sobre todo, a hacer cursos, congresos y cuanta clase hubiera en el exterior, ya que casi no teníamos referentes en la Argentina. En un primer momento el láser se usó en los Estados Unidos para depilación y como lifting no quirúrgico. Así surgió el término “resurfacing “, que usamos hasta el día de hoy. Pero ese láser era muy agresivo y luego de pasar por varias modificaciones llegó el láser Co2.

Hasta el día de hoy decimos que en piel hay un antes y un después del Co2. Porque con este láser se logra regenerar la piel completamente; minimiza poros y arrugas, la piel queda rosada y lisa, pareces maquillada sin estarlo ¿podemos pedir más?

Se convirtió en una referente en el país de la técnica láser.

Sí, y para mí fue mucha responsabilidad. Fui directora del primer curso oficial de láser y tecnologías médicas que se dicta en la Asociación Médica Argentina para médicos de todo el país y de países vecinos.

También se dedicó a la docencia…

Sí, estudié docencia durante cuatro años en la UBA, porque es otro de los aspectos que me apasionan de mi profesión. Soy docente adscripta de la cátedra de dermatología de la UBA. Doy clases en pre y post grado y cursos en congresos nacionales e internacionales. Me invitan frecuentemente a dar clases en diferentes cátedras tanto de la UBA como de distintas universidades privadas.

¿Cómo surgió Clínica Lemel?

Yo tenía mi consultorio médico que de a poco fue creciendo. En el 97, en la Argentina, éramos dos los profesionales que contábamos con aparatología high tech. Yo era la única dermatóloga y el otro era un equipo de cirujanos plásticos. En el primer equipo de trabajo que armé había tres médicas dermatólogas, dos más que se dedicaban a depilación y láser CO2, otras dos que se encargaban de las técnicas corporales y una cosmetóloga.

En un momento, el consultorio nos quedó chico y nos mudamos a una casona en la calle Ugarteche, en la ciudad de Buenos Aires. Ahí nació Clínica Lemel, casi sin darnos cuenta. Me costó acostumbrarme al término clínica, ya que para mí seguía siendo mi consultorio. 

Como dermatóloga también se dedicó al desarrollo de una línea de productos…

Sí. Surgieron de mi inquietud por este campo y de pensar en las necesidades de los pacientes. Por eso creé una línea customizada a sus necesidades, algo que siempre me resultó muy interesante porque como profesionales médicos podemos utilizar porcentajes más altos que los cosméticos.

¿Qué es lo que más le gusta de la estética hoy?

Me encantan los cambios que logramos con los inyectables, rellenos bioestimuladores, podemos cambiar y mejorar defectos, cicatrices, cambios propios del envejecimiento en algunos minutos o una hora, saliendo luego como si nada, sin más que una crema anestésica y hasta sin rastros de haber sido tratada. Podemos cambiar una nariz que no nos gusta, o engrosar la boca, tratar cuello y manos, entre muchos otros tratamientos para vernos y sentirnos mejor.

¿Sigue asistiendo a congresos?

Me apasiona lo que hago y pienso que nunca sé lo suficiente como para dejar de lado un congreso o una capacitación. Creo que nunca hay que dejar de estudiar ya que siempre hay algo para aprender. Me capacité en cuanto curso y congreso se hizo en Argentina y en el exterior. Y eso sigue igual hasta el día de hoy: la información debe ser una constante.

¿Por qué?

Hay una diferencia abismal entre un médico especialista y capacitado, idóneo en su materia, y otro que simplemente ejerce la medicina. Con el primero seguro tendremos los últimos avances de la tecnología, que es constante. Ya no tenemos dudas de que la medicina no invasiva es la solución para casi todos los problemas estéticos que nos preocupan.

¿Qué balance hace de estos años?

La vida me dio la posibilidad de cumplir con mi vocación, tuve la suerte de tener grandes maestros que me fueron inspirando y guiando. Gran parte de mi formación se la debo a ellos. Mi gran maestro de la dermatología y de la vida es el profesor Pablo Viglioglia, también Alejandro Cordero padre, profesor de miles de dermatólogos; o los profesores Mazzini, Jonquiers, Jaimovich, entre muchos otros. En estos 30 años de carrera recorrí el mundo aprendiendo y escuchando a los más grandes dermatólogos de la estética no invasiva.

¿Y cuál es su conclusión?

Prevenir es el pilar fundamental para el bienestar y la salud.

 

Coolsculpting

La tecnología de CoolSculpting es capaz de lograr la destrucción selectiva de cúmulos de grasa localizada de forma no invasiva mediante la aplicación de frío.

IPL (Luz Pulsada Intensa)

Este popular tratamiento facial elimina manchas en la piel y mejora su textura a través de la estimulación del colágeno en la misma, reduciendo además su oleosidad.

VelaShape III

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